¿Qué es el sistema inmunitario?
El sistema inmunitario es una compleja red de células, tejidos, órganos y sustancias producidas por ellos que ayuda al cuerpo a combatir infecciones y otras enfermedades. Por mucho tiempo se ha reconocido la función del sistema inmunitario en la defensa contra microbios que causan enfermedades. Los científicos han descubierto también que el sistema inmunitario puede proteger al cuerpo contra peligros que presentan ciertas células dañadas, enfermas o anómalas, incluso células cancerosas (1).
Los glóbulos blancos, o leucocitos, tienen la más importante función en las respuestas inmunitarias. Estas células llevan a cabo las muchas tareas requeridas para proteger al cuerpo contra los microbios y las células anormales que causan enfermedades.
Algunos tipos de leucocitos recorren el sistema circulatorio en busca de invasores foráneos y de células enfermas, dañadas o muertas. Estos glóbulos blancos de la sangre proveen un grado de protección inmunitaria general— o no específico.
Otros tipos de leucocitos, conocidos como linfocitos, proveen protección dirigida contra amenazas específicas, ya sea de un microbio específico o de una célula enferma o anormal. Los grupos más importantes de linfocitos responsables de llevar a cabo respuestas inmunitarias contra tales amenazas son las células B y las células T.
Las células B producen anticuerpos, los cuales son proteínas grandes secretadas que se unen a invasores foráneos o a células anormales y las vuelven pasivas y ayudan a destruirlas. Las células T citotóxicas, las cuales se conocen también como células T asesinas, destruyen a las células infectadas o anormales al expedir compuestos químicos tóxicos o al incitar a las células a que se autodestruyan (en un proceso conocido como apoptosis).
Otros tipos de linfocitos y de leucocitos tienen funciones de apoyo para asegurar que las células B y las células T asesinas llevan a cabo sus trabajos efectivamente. Estas células de apoyo son las células T auxiliares y las células dendríticas, las cuales ayudan a activar tanto a las células B como a las células T citotóxicas y facilitan su respuesta a amenazas específicas.
Los antígenos son sustancias que tienen la posibilidad de causar que el cuerpo arme una respuesta inmunitaria contra ellas. Ayudan a que el sistema inmunitario determine si algo es foráneo o “no es propio”. Las células normales en el cuerpo tienen antígenos que las identifican como “propias”. Los antígenos propios comunican al sistema inmunitario que las células normales no son una amenaza y que deberá ignorarlas (2). Al contrario, los microbios son reconocidos por el sistema inmunitario como una amenaza posible que deberán ser destruidos porque llevan antígenos foráneos, o no propios.
¿Son las células cancerosas reconocidas por el sistema inmunitario?
Las células cancerosas pueden llevar antígenos propios y antígenos que se conocen como asociados con cáncer. Los antígenos asociados con cáncer marcan las células cancerosas como anormales o foráneas y pueden hacer que las células T citotóxicas lancen un ataque contra ellas (1-7). Los antígenos asociados con cáncer pueden ser:
- Antígenos propios producidos en cantidades mucho más grandes por las células cancerosas que por las células normales y, en esa forma, el sistema inmunitario las ve como foráneas.
- Los antígenos que no son producidos normalmente por el tejido en donde se forma el cáncer (por ejemplo, los antígenos que son producidos normalmente solo por tejido embriónico pero que se expresan en un cáncer adulto) y, así, son vistos como foráneos por el sistema inmunitario.
- Los antígenos que se forman recientemente, o neo-antígenos, que resultan de mutaciones de genes en células cancerosas y que el sistema inmunitario no había visto antes.
Sin embargo, varios factores pueden dificultar que el sistema inmunitario se apunte a cánceres que crecen para destruirlos:
- Muchos antígenos asociados con cánceres son solo versiones ligeramente alteradas de antígenos propios y, por esto, puede ser difícil que el sistema inmunitario los reconozca.
- Las células cancerosas pueden sufrir cambios genéticos que puedan conducir a la pérdida de antígenos asociados con cáncer.
- Las células cancerosas pueden evadir las respuestas inmunitarias de las células T citotóxicas contra el cáncer. Como resultado de esto, aun cuando el sistema inmunitario reconozca como amenaza a un cáncer en crecimiento, el cáncer puede todavía escaparse a un fuerte ataque del sistema inmunitario (8).
¿Qué son las vacunas?
Las vacunas son medicinas que refuerzan la habilidad natural del sistema inmunitario para proteger al cuerpo contra “invasores foráneos”, principalmente de agentes infecciosos que puedan causar enfermedades.
Cuando un microbio infeccioso invade al cuerpo, el sistema inmunitario lo reconoce como foráneo, lo destruye, y “recuerda” impedir otra infección en caso que el microbio invada de nuevo al cuerpo en el futuro. Las vacunas aprovechan esta respuesta defensiva de memoria.
La mayoría de las vacunas se producen con versiones inocuas de microbios— destruidos o debilitados, o partes de microbios— que no causan enfermedades pero pueden estimular una respuesta inmunitaria contra los microbios. Cuando el sistema inmunitario encuentra estas sustancias por medio de una vacunación, responde a ellas, las elimina del cuerpo y se forma una memoria de ellas. La memoria inducida por la vacuna hace que el sistema inmunitario actúe rápido para proteger al cuerpo si se infecta por los mismos microbios en el futuro.
¿Qué son las vacunas contra el cáncer?
Las vacunas contra el cáncer pertenecen a una clase de sustancias que se conocen como modificadoras de respuesta biológica. Los modificadores de respuesta biológica trabajan al estimular o restaurar la habilidad del sistema inmunitario para combatir infecciones y enfermedades. Hay dos tipos amplios de vacunas contra el cáncer:
- Vacunas preventivas (o profilácticas), las cuales tratan de impedir que se presente el cáncer en gente sana.
- Vacunas de tratamiento (o terapéuticas), las cuales tienen como objeto el tratamiento de un cáncer existente al reforzar la respuesta inmunitaria natural del cuerpo contra el cáncer (9). Las vacunas de tratamiento son una forma de inmunoterapia.
Dos tipos de vacunas preventivas de cáncer (las vacunas contra el virus del papiloma humano y las vacunas contra el virus de la hepatitis B) están disponibles en los Estados Unidos, y una vacuna de tratamiento (para cáncer metastático de próstata) está disponible.
¿Cómo funcionan las vacunas preventivas de cáncer?
Las vacunas preventivas de cáncer se dirigen a sustancias infecciosas que causan o contribuyen a que se forme el cáncer (10). Son semejantes a las vacunas tradicionales, las cuales ayudan a impedir enfermedades infecciosas, como el sarampión o la polio, al proteger al cuerpo contra la infección. Tanto las vacunas de prevención de cáncer como las vacunas tradicionales están basadas en antígenos que llevan las sustancias infecciosas y que son relativamente fáciles de reconocer como foráneas por el sistema inmunitario.
La mayoría de las vacunas de prevención, incluso las que se dirigen a virus que causan cáncer (virus de la hepatitis B y virus del papiloma humano), estimulan la producción de anticuerpos que se unen a microbios específicos en el blanco y bloquean su habilidad para causar infecciones.
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